CAPÍTULO XVIII: EL PROPICIATORIO

¿Qué tiene mayor importancia, la tapa o los querubines? (18*1). Los querubines no son un añadido ni un complemento sobre la tapa (18*2). Yavé únicamente recibe con cita previa (18*3). La tapa propiciatoria (18*4). Los querubines (18*5). ¿Son los querubines una transgresión al pacto?, ¿suponen los querubines una contradicción del propio Yavé? (18*6). ¿Cómo surgían los querubines? (18*7). ¿Cómo se producía el “milagroso” surgir de la voz de Yavé?, ¿acaso se encontraba Yavé dentro del arca? (18*8). La misión del propiciatorio (18*9).


EL PROPICIATORIO

Dice Éxodo 25, 17-22: (17) También harás un propiciatorio de oro puro: dos codos y medio será su longitud, y de codo y medio su anchura. (18) Luego harás dos querubines de oro, de trabajo cincelado los harás, en los dos extremos del propiciatorio (en otra traducción dice: Harás dos querubines de oro; labrados a martillo); (19) harás, pues, un querubín a un extremo y otro querubín al otro extremo; del propiciatorio haréis surjan los querubines sobre sus dos extremos. (20) Los querubines extenderán sus dos alas en alto, cubriendo con ambas sus alas por encima el propiciatorio, y los rostros de ellos estarán vueltos el uno hacia el otro; hacia el propiciatorio estarán vueltos los rostros de los querubines. (21) Colocarás el propiciatorio sobre la parte superior del arca, y en el arca meterás el Testimonio que te daré. (22) Allí te citaré y hablaré contigo desde encima del propiciatorio, de entre los dos querubines que estarán sobre el arca del Testimonio, respecto a todo lo que haya de ordenarte concerniente a los hijos de Israel.

En la Torah, este mismo versículo veintidós, dice así: Y allí me encontraré contigo en tiempos señalados y hablaré contigo desde encima del propiciatorio, desde en medio de los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, respecto de todo lo que te ordenaré en cuanto a los hijos de Israel.

Aquí, con la mansedumbre de los corderos, y antes de que hagan acto de presencia nuestros diligentes pastores, deberíamos detenernos a meditar sobre estos dos fragmentos del versículo veintidós, que en dos de sus distintas traducciones he señalado en cursiva: Allí te citaré y en tiempos señalados.

Hágase un favor; no siga leyendo; medite y respóndase:

Si alguien le dice allí te citaré y en tiempos señalados, ¿usted qué entiende?:

a) ¿Que se verá con él en cualquier lugar y en cualquier momento?

b) ¿Qué se verá con él en un lugar determinado y en un momento acordado?

Le doy las gracias por hacerse ese favor.

Y para concluir, un último versículo sobre el propiciatorio:

Núm. 7, 89: Cuando Moisés entraba en el Tabernáculo de la Reunión para hablar con Yavé, oía su voz que le hablaba desde encima del propiciatorio puesto sobre el arca del Testimonio, entre los dos querubines; así le hablaba Yavé.

Entendamos: El propiciatorio está puesto sobre el arca.

Ahora, y para entrar en materia, hacemos una pregunta:


¿QUÉ TIENE MAYOR IMPORTANCIA: LA TAPA O LOS QUERUBINES? (18*1)


Cualquier persona que lea con cierto detenimiento Éxodo 25, 17-22 ó Éx. 37, 6-9, advertirá inmediatamente y sin la menor duda, qué es aquello que resulta verdaderamente primordial y que se desea resaltar. Efectivamente, con mucho, lo más esencial en esta cuestión del propiciatorio es ese extraño asunto de los querubines.

Con esta elemental observación al reconocer la importancia de los querubines, ya hemos obtenido una primera y muy interesante deducción:

El propiciatorio es la tapa del arca, y lógicamente, y tal vez nunca resulte mejor dicho, su utilidad es de cajón. Como cualquier otra tapa de una caja, su misión es cerrar el arca por la parte superior. No obstante, y siendo evidente que su finalidad era esa, el propiciatorio no era una simple cubierta o tapadera. Lo que en verdad concede auténtica importancia a esa tapa, y la convierte en algo muy interesante, no es su función como cierre del arcón; lo que hace excepcional a esa cubierta es el hecho de contener los dos enigmáticos querubines.

Y aquí deseo resaltar algo que debería quedar muy claro:

Esos dos “angelotes” no son un adorno; no suponen un detalle de buen gusto; no están allí para romper la desolada monotonía de la superficie de la tapa y, por supuesto, no son tutelares ángeles de la guarda que, en una mágica y supersticiosa creencia, protegen el arca.

Y es entonces cuando surgen las preguntas:

¿Qué son y para qué sirven los querubines?

Muy pronto lo veremos. Pero antes, debemos dejar bien señalada otra característica de esos “ángeles protectores”.


LOS QUERUBINES NO SON UN AÑADIDO NI UN COMPLEMENTO SOBRE LA TAPA (18*2)


Por resultar de una gran significación, me gustaría que esto que acabo de afirmar en el enunciado de este apartado, también quedase bien destacado. Pretendo que conste con meridiana claridad que los querubines, además de ser enormemente importantes, no eran algo añadido o incorporado encima del propiciatorio. Querubines y tapa propiamente dicha, eran una sola pieza. Así se hace constar cuando se dice: “... formando (querubines y propiciatorio) un solo cuerpo”, “... saldrán (los querubines) del propiciatorio mismo”. “... del propiciatorio haréis surgir los querubines”.

Comprendo que son demasiadas las interrupciones que yo le propongo, pero no veo otra alternativa. Detengámonos un momento en esto que antecede y respondamos a estas cuatro preguntas:

1. ¿Cuál es la razón para que no se considere suficiente con reseñar, que sobre la tapa había dos querubines?

2. ¿Por qué esa insistencia en dejar bien claro que los querubines no constituyen un añadido?

3. ¿Qué es lo que se busca resaltando que esos querubines no son una posterior incorporación a la tapa?

4. ¿Cuál puede ser la intención del cronista cuando hace notar que los querubines surgen del propiciatorio?

Éstas, también pueden parecer preguntas frívolas y triviales que incluso se podrían calificar como excesivamente meticulosas –rebuscadas y maliciosas, dirían los sacerdotes–; sin embargo, en estos textos del Éxodo, si exceptuamos el “recogimiento” y la manduca levítica, nada carece de importancia. Y como pronto se podrá comprobar, este pequeño cuestionario que acabo de reseñar sobre la simbiótica relación entre querubines y propiciatorio, tiene su justificación y su pleno fundamento.

Para estas cuatro preguntas formuladas, existe una sola y única respuesta válida:

El cronista o el “hábil” traductor, con una redacción que tal y como también después se comprobará es muy poco afortunada, pretende evidenciar que los querubines no estaban adosados, pegados, soldados, adheridos o clavados encima, sino que salían de él, que estaban en él; o todavía más claro, que los dos querubines constituían parte del propiciatorio mismo (formando un solo cuerpo).

— Puedes ser –asiente algún lector−; pero, ¿cuál es la razón?

Pues la razón es muy sencilla:

Porque a través de ellos, sirviéndose de ellos, se establecía una necesaria comunicación con el interior del arca. Para expresarlo con una mayor propiedad: por medio de los querubines, el interior del arca quedaba en comunicación con el exterior. Y eso era esencial; eso era algo que no hubiera podido conseguirse si pegados, clavados o encajados sobre la tapa, se hubiesen colocado las figuras, más o menos reverentes y devotas de dos piadosos angelotes. Y recordemos nuevamente esa frase de Éx. 25, 22, en la que consta que la voz de Yavé:

Únicamente se escuchará entre los dos querubines… desde en medio de los dos querubines.

Por lo tanto, solamente allí, y mediante cita previa en tiempos señalados, se escuchará la voz de Yavé. O sea, que se delimita perfectamente el espacio y el tiempo; o lo que es lo mismo, el donde y el cuándo.


YAVÉ, ÚNICAMENTE RECIBE CON CITA PREVIA (18*3)


Allí te citaré y en tiempos señalados.

Yo no sé que es aquello que el lector pueda haber interpretado de la lectura de estos párrafos, en los que se mencionan palabras como citaré y tiempos señalados pero, en mi opinión no debe suponer ninguna dificultad admitir que Yavé hablaba con Moisés o con el sumo sacerdote mediante citas previas debidamente señaladas y ya concertadas con anterioridad.

Tal vez ésta puntualización, como otras muchas, pueda parecer de escasa importancia, pero créanme, no es así. Según yo lo entiendo, y cualquier entendedor así lo podría entender, esas palabras significan que el sumo sacerdote no tenía la facultad para escuchar la voz de su Dios en el momento y ocasión en que lo deseara y mediante el simple acto de entrar en el tabernáculo y acercarse al arca, sino que, según se indica y establece muy claramente, la voz llegaba al tabernáculo solamente en los momentos previamente acordados, mediante citas y en tiempos señalados. Y como inevitable consecuencia, Arón no podía decir en un momento cualquiera: voy al tabernáculo para hablar con Dios. Claro, que con Dios tal vez pudiese hablar, pero si era con Yavé con quien deseaba ponerse en comunicación, necesitaba una cita, un tiempo señalado. Y esto contradice la supuesta afirmación atribuida a Moisés en Dt. 4, 7, cuando dice: …dioses tan cercanos …siempre que le invocamos, pues, literalmente, no estaban ni tan cerca ni tan siempre, sino que además de encontrarse a enormes distancias, únicamente tenían acceso a Yavé si previamente habían sido citados.

Ahora, si efectuamos un breve resumen de las conclusiones obtenidas hasta este momento, reconoceremos:

Que los querubines son más importantes que la tapa.

Que los querubines no constituyen un adorno.

Que los querubines no están destinados a la protección del arca, sino a poner en contacto el interior del arca con el exterior.

Que los querubines surgen de la tapa; forman un solo cuerpo con la tapa.

Que la voz de Yavé sólo se escuchará entre los dos querubines.

Que Yavé hablará a Moisés en tiempos señalados, o sea, con cita.

Bueno, pues para empezar el tema no está nada mal.


LA TAPA PROPICIATORIA (18*4)


¿Qué es el propiciatorio? ¿Para qué sirve? ¿Cómo es que Yavé ordena que se tallen unos querubines cuando pocos días antes había prohibido las imágenes? ¿Es una licencia que se permiten los artistas Besalel y Oliab como reminiscencias del arte o la artesanía egipcia? ¿Eran otra cosa? ¿Es algo que se añadió posteriormente?

Lo primero que se debe hacer es procurar aclarar y definir el posible significado de la palabra propiciatorio.

Propiciatorio es todo aquello que tiene la virtud o la facultad de conseguir que algo resulte propicio o favorable. Propiciar es favorecer o facilitar para que algo se logre. Se puede entender, por lo tanto, que propiciatorio es aquello que tiene la facultad de facilitar la obtención de un propósito. Y si ese propósito es poder escuchar la voz de Yavé, la etimología de la palabra puede resultar más o menos importante, pero la inmensa utilidad del propiciatorio es manifiesta.

Consta en Éx. 25, 17-22; en Éx. 37, 6-9; en Núm. 7, 89; y en Lev. 16, 2-16, que sobre el arca había una tapa de oro macizo, una tabla propiciatoria llamada el kapporet.

Según he podido enterarme en distintos tratados, a la palabra kapporet se la adjudica dos diferentes raíces etimológicas: aquellos que consideran que proviene de kpr ––cubrir o tapar–– y los que entienden que deriva de kipper que significa volver a uno propicio o también facilitar. En realidad todos tienen razón. El kapporet servía para tapar la parte superior del arca, encajando en él de una manera ajustada y precisa; pero, al mismo tiempo, tenía la utilidad de propiciar o facilitar la audición de la voz de Yavé.

Si para los hebreos, el arca es la pieza más importante del tabernáculo, y el propiciatorio es la parte principal del arca, resulta que ese conjunto de tapa y querubines es lo más significativo, característico y representativo de todos los objetos depositados en el Tabernáculo. Ese es el motivo por el que en algún momento, y como consecuencia de esa significación, al tabernáculo se le llama bet hakkapporet ––La Casa del Kapporet–– (I Par. 28, 11).

Nota. De todas formas que nadie se engañe: Los objetos más importantes no eran ni el Tabernáculo, ni el arca ni el propiciatorio; eran el Testimonio en piedra y Urim-Tummim.

En las interpretaciones mágicas de los levitas y sacerdotes, el kapporet es el “lugar santo” por antonomasia; el espacio más santo del Santo de los Santos; el sitio donde reside el trono de Dios. Por ese motivo, con la intención de que nadie pudiese "ver a Dios", en el día de la Expiación, el sumo sacerdote, portando el pectoral con tummim-urim, deberá hacer que el kapporet quede invisible mediante una densa nube de incienso. Y también por estas razones, el propiciatorio es identificado como la parte más importante y significativa. Sin embargo, me apresuro a puntualizar que el propiciatorio era, sencillamente, una pieza más de la totalidad. Sin desmerecer al espléndido candelabro, el propiciatorio, tal vez sea el más espectacular y atractivo de todos los utensilios, pero sólo es eso, un componente más del “santo mobiliario”.

Veamos ahora que son los querubines.


LOS QUERUBINES (18*5)


En este asunto de los querubines sobre la tapa del arca encontramos una evidencia más de las pésimas interpretaciones que los sacerdotes realizaron con el mensaje de Yavé.

Los querubines pueden ser descritos con una gran semejanza con aquellos genios egipcios representados en armarios, arcones y sarcófagos, y que, con sus alas extendidas, protegían al faraón o a la familia real. A mí, particularmente, me parece bastante lógico que los artistas hebreos, entre los cuales Besalel y Oliab eran el máximo exponente, plasmasen en sus obras motivos y figuras que eran muy conocidas y familiares en Egipto. Allí fue donde ellos habían aprendido el oficio, y lo extraño hubiera sido que presentasen imágenes con influencias de origen celta o chino.

Ángeles-dioses con las alas extendidas protegen al faraón (Éx.25, 18-20).

Se ha dicho que aquellos genios benefactores identificados como querubines, en vez de realizar la función que tenían en Egipto como salvaguardia del divino faraón, aquí, en el Tabernáculo, estaban destinados a custodiar el arca; y que por lo tanto, la misión encomendada a unos u otros elfos era similar. Pero bueno, eso es sólo un decir; y más que un decir es un contar. Pronto veremos que la misión de los querubines del arca no era, ni siquiera parecida, a la mágica y supersticiosa ocupación que se supone que ese tipo de genios realizaban en arcas, armarios-canopes y sarcófagos egipcios.

Por otra parte, únicamente he dicho que parece bastante lógico que los artistas hebreos recreasen en su trabajo unas imágenes muy conocidas en Egipto. Y lo he dicho, porque resulta que en la mitología caldeo-asiria existen los Karibi o Caribú –– ¿advierten los lectores alguna semejanza o parecido fonético con querubín?––. Se trata de ángeles-custodios, espíritus protectores o guardianes, que en Caldea conducían a los creyentes al dios principal. Y debemos recordar que la mitología asirio-caldea estaba totalmente implantada y aceptada en Ur; y también convendría refrescar nuestra memoria y tener en cuenta que los hijos de Abraham procedían de esa ciudad del sur de Persia, y que, posiblemente, el nombre de sus seres mitológicos y de sus dioses no se olvidaría con facilidad. Por lo tanto, si en Egipto habían visto algún tipo de genio con alas con la misión de guardar y proteger, es muy probable que lo identificasen y lo nominasen con un karibi o querubín.

Y ahora, sólo un breve apunte para llamar su atención:

No deja de ser llamativo que todas las representaciones de seres o personajes sobrenaturales encargados de la custodia y protección de los hijos de los hombres, estén dotadas de alas. Ángeles y espíritus celestiales podrán disponer o carecer de espada, lanza, arco, escudo, casco, etcétera, pero nunca les faltan las alas. Dicho de otra forma: siempre están capacitados para volar. Los más ingenuos se preguntarán: ¿por qué será? Y, puesto que todos sabemos la respuesta, seguimos con el tema y nos preguntamos:

Esos querubines, ¿qué eran?; ¿unos genios alados al puro estilo egipcio?, ¿un animal mitológico mezcla de hombre, toro, león y águila, tal y como había sido representado por la religión y cultura de los asirios?

Pues, considerando que la única descripción de las escrituras es la que hace referencia a sus alas —y ambos las tienen—, yo me inclino por los genios alados a imitación de los egipcios. Y opto por ese tipo de querubín, porque, como he dicho, esa era la clase de imagen con la que estaban más familiarizados los artistas Besalel y Oliab que, aunque conocían por referencias y nombre a los Karibi o Caribú asirios, posiblemente nunca los habían representado y ni tan siquiera los habrían visto. Por lo tanto, yo supongo que los genios del propiciatorio eran unas representaciones de las semi deidades egipcias rebautizados como querubines por los hebreos. Pero de todas formas, créanme si les digo que a nadie debe importar ni lo más mínimo, que esos querubines pudieran ser genios, dragones o ángeles. Para nosotros, de igual manera que entonces para Yavé –que por cierto los llama ángeles (Éx.23,20-23–, lo importante es que aquellos genios, duendes, elfos, karibi o como quiera que se les denominase, fuesen unas figuras respetadas y, sobre todo, como absolutamente esencial, que estuviesen dotados de boca.

Sí, eso he dicho: dotados de boca.


¿SON LOS QUERUBINES UNA TRANSGRESIÓN DEL PACTO? ¿SUPONEN LOS QUERUBINES UNA CONTRADICCIÓN DEL PROPIO YAVÉ? (18*6)


Así pues, tenemos en el propiciatorio dos genios alados a los que llamamos querubines; y que se dan tres circunstancias a tener muy en cuenta: que jamás se les rindió culto alguno; que en todos los lugares donde son mencionados se hace constar que están al servicio de Yavé; que se encuentran absolutamente sometidos a él y que son, únicamente, símbolo de su presencia. Estas precisiones me parecen importantes, habida cuenta de la notoria prohibición de hacer imágenes.

Pero aclaremos esto, que como se verá tiene su significación.

Si estamos de acuerdo en que los querubines son unas esculturas, unas imágenes; sí también aceptamos que Yavé había proclamado recientemente en Éx. 20, 4: “No harás escultura ni imagen alguna...”; y, sí por último, recordamos que esa prohibición la convirtió en una cláusula del pacto, parece que no existe ninguna dificultad para que admitamos que, así de primeras, a bote pronto, da la sensación de que en este tema de los querubines se quebrantó una orden de Yavé.

Pero no es eso todo; el asunto se presenta todavía más llamativo, pues, según consta, se hizo con el consentimiento de Yavé. Es más, no solamente con su consentimiento, sino en cumplimiento de sus órdenes. Y ésta sí que es buena: Yavé manda construir algo que había prohibido unos días antes. En ese caso, por supuesto, no existiría una transgresión del pacto, pero sí que habría una contradicción por parte del Señor de los Cielos que, al parecer, primero prohíbe una cosa y luego ordena lo contrario.

Sin embargo, Yavé no se contradecía; Yavé no era un político profesional que, para deleite de sus incondicionales, hoy dice una cosa, mañana otra y al día siguiente hace una tercera completamente diferente. Por lo tanto, resulta que aquí hay algo no está como debía de estar; o al menos, aquí hay algo que no es del todo correcto. Y eso también debe tener una sensata explicación.

Y, por supuesto, existe una explicación sensata; o sea, una razón que no tiene su fundamento en un ferviente dogma sacerdotal.

Sabemos que Yavé no acepta que se le dé ni culto ni adoración, y que prohíbe que se hagan imágenes. Así consta en Éx. 20, 4-5: (4) “No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay en lo alto de los cielos, ni de lo que hay abajo sobre la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. (5) No te postrarás ante ellas, y no las servirás, porque yo soy Yavé, tu Dios, un Dios celoso...” Y recordamos también, que unas líneas después, en Éx. 20, 23, dice: No os hagáis conmigo dioses de plata ni os hagáis dioses de oro.

Pues bien, aquí precisamente, en estos versículos 4, 5 y 23 del Éx. 20, es donde encontramos la solución. Claro que para hallar la solución, y tal y como se debe hacer con la mayoría de las dudas e incógnitas que se nos presentan en la vida, es imprescindible utilizar la lógica y el sentido común, puesto que, si no se hace así, y si se confía en las interpretaciones más o menos interesadas, será absolutamente imposible conseguir la solución y siempre estaremos en manos de los sacerdotes o de los profesionales de la política.

Y si intentamos razonar con lógica, debemos preguntarnos:

¿Alguien puede pensar que los Señores de los Cielos pretendiesen, y en consecuencia ordenasen a los hombres, que no realizasen representaciones, figuras, esculturas o imágenes de objetos inanimados o de seres vivos? ¿De quién es la idea?

Por supuesto, el Señor de la Gloria no prohibió eso. De hecho, en el mundo existen millones de representaciones, esculturas, cuadros, etcétera, ante las que Yavé se recrearía y se alegraría al reconocer en ellas el genio de los hijos del hombre. ¿Podría enojarse su sabiduría, su sentido de la belleza y de la estética ante la escultura de Moisés o de David? ¿Castigaría a un padre que hiciera una talla o un retrato representando a su hija? Y sabiendo que no era más que una cuestión de tiempo, ¿prohibiría a un hombre hacer una fotografía de la mujer a la que ama? ¿O acaso una fotografía no es una imagen?

No; de ninguna manera. Yavé no prohibió que se hiciesen imágenes. El hombre podía y debía hacer representaciones; muchas representaciones e imágenes, y cuanto más bellas, mejor. Yavé, lo único que prohibió, lo dejo ordenado así: “no te postraras ante ellas, y no las servirás...”. Y nuevamente insistió en Éx. 32, 8: Bien pronto se han desviado del camino que les prescribí. Se han hecho un becerro fundido y se han prosternado ante él, diciendo: Israel, ahí tienes a tu Dios

De aquí se desprende, que al forjar el becerro no habían vulnerado el pacto; sin embargo, al darle adoración como a un dios, quebrantaron la alianza. Eso es lo que no consintió. El Señor del Cosmos nunca se opuso a que se hicieran representaciones; únicamente prohibió que se hiciesen imágenes con el propósito de ser adoradas. No hagáis conmigo dioses de plata, ni hagáis dioses de oro. No hagáis representaciones mías ni de nadie ni de nada con el objeto de postraros ante ellas y adorarlas.

En Dt. 4,23 se dice: Guardaos de hacer imagen esculpida de cuanto Yavé, tu Dios, te ha prohibido. Reparemos en esto: solamente... de cuanto te ha prohibido.

La sabiduría del Señor de la Gloria, percibía con la inmensa lucidez de su inteligencia, que el hombre no precisaba de un dibujo, de una imagen, de una talla o de una escultura para caer en la idolatría; que bastaba que esos hombres se postrasen para adorar al sol, a la luna, a un árbol, a un animal. Por estas razones, repito, Yavé no se enojó por la construcción del Becerro de Oro, sino por el hecho de que fuese motivo de adoración. Porque el becerro era únicamente eso: un dios, un ídolo. Así consta en Éx. 32, 23, cuando el pueblo pide a Arón: Haznos un dios que marche delante de nosotros.

Por lo tanto, y como era lógico suponer, no fue infringido su mandato por aquellos artesanos que crearon y cincelaron los querubines y, por supuesto, no existió contradicción por parte de Yavé. Otra cosa hubiera sido, si los querubines hubiesen recibido adoración, pero nunca, nunca, ocurrió así. Eran los ángeles y “guardianes” del arca, y punto.

Este asunto relacionado con la supuesta prohibición de imágenes es bastante evidente, pero si alguien o “alguienes” pretenden afirmar que Yavé prohibió que Leonardo pudiese pintar el cuadro de Madona Lisa de Giocondo, yo solamente puedo reconocer y aceptar que están haciendo uso de su derecho a pensar diferente. ¡Faltaría más!

Nota: Hay personas que quieren razonar y hay personas que quieren tener razón.

Y como nosotros sabemos que Yavé permitió que se tallasen imágenes, y que lo único que prohibió, con gran sofoco y disgusto de los sacerdotes y santeros, fue que esas imágenes recibiesen adoración, seguimos en el tema de los querubines que, como se verá, es sumamente interesante.


¿CÓMO SURGÍAN LOS QUERUBINES? (18*7)


¿Por qué dos querubines? ¿Acaso no bastaba con uno? Recordemos que para guardar el Paraíso sólo había uno. ¿Desde cuándo necesitamos dos ángeles de la guarda? ¿Por qué de esa alada forma y en esa posición? ¿Por qué ese versículo 22: ...entre los dos querubines hablaré contigo? ¿Por qué no se escucha la voz de Yavé en otro sitio? ¿Por qué formarán un solo cuerpo con el propiciatorio? ¿Por qué saldrán del propiciatorio mismo? ¿Por qué debe estar de cara uno al otro? ¿Por qué mirando al propiciatorio?

Al parecer, a nadie y durante tres mil años, le ha parecido extraña tanta exigencia y tan gran número de precisiones. Y si acaso les ha llamado la atención, ni tan siquiera se han planteado buscar una respuesta. Ya se sabe: A Dios, solamente puede comprenderlo Dios.

Sin embargo, eso no es así; ni mucho menos:

Dios no vino hasta nosotros para hablar con Dios. Cuando Dios sólo quiere hablar con Dios, se queda en su casa.

Después de leer muchísimas veces, y meditar, una por una las palabras, especificaciones y características que Yavé dispuso para esas dos figuras llamadas querubines, llegue a una conclusión:

O consentimos en afirmar que el Señor del Universo era un caprichoso de tomo y lomo, o por fuerza, todo esto debe tener una lógica explicación.

Y, ¿por qué no va a tenerla?; ¿para incrementar el número de misteriosos misterios?

Lo primero que debemos hacer es construir una tapa maciza y metálica, con una superficie suficiente para cubrir la parte superior del arcón del testimonio. Para ese proceso se ajustarían al procedimiento utilizado ya en el Egipto de aquella época, consistente en la preparación de un molde en arcillas en el que se vierte el oro (bronce), que al solidificarse configura una plancha metálica; una plancha que, con posterioridad, deberá ser pulida por una de sus caras.

El atento lector ya habrá observado que los textos bíblicos no mencionan el grosor o altura de esa plancha.

¿Y saben ustedes la razón por la cual no consta el grosor o altura que presenta aquella tapadera?

Pues, sencillamente, porque una vez finalizada esa tapa o kapporet, no presentaba una altura homogénea; su alzada, su perfil, era muy distinto en cada punto del propiciatorio.

Y aquí viene lo bueno:

Esa plancha metálica, esa placa de oro (bronce), debe tener el grosor suficiente para permitir el tallado, cincelado o labrado a martillo de dos figuras, en bajo relieve, que representan a los dos querubines.

Porque eso, y no otra cosa, TALLADOS EN BAJO RELIEVE, es lo quiere describir el cronista, cuando, con su muy particular manera de redactar y detallar, y según consta en diferentes traducciones, dice: los dos querubines saldrán del propiciatorio mismo. Del propiciatorio haréis que surjan los querubines. Los querubines formarán un cuerpo con el propiciatorio…

Cuando los hombres hemos podido contemplar en grabados, tallas, pinturas e incluso en películas, una representación del Arca del Testimonio, hemos observado que sobre la tapa habían instalado un par figuras de piadosos y alados angelotes arrodillados y con las alas extendidas. Deslumbrando con nuestra ostentosa ignorancia, sobre la tapa del arca habíamos instalado un retablo; una beata y orante representación de una reverente adoración. Y eso es sólo un error. Un error muy bien asentado en la torpeza; un error muy sólidamente fundamentado en la ignorancia, pero al fin y al cabo, un error. La realidad es que en aquella tapa se talló; de aquella plancha “se hizo surgir”; de aquel bloque de oro o bronce "salieron" las imágenes en relieve de dos genios protectores. Dos querubines que formarán un cuerpo con el propiciatorio.

Posiblemente, los artistas iniciaron el cincelado en cada uno de los extremos del propiciatorio. La primera parte y los extremos de las alas se labraría en el más sutil bajorrelieve para, según se avanzaba hacia el centro de la plancha, ir incrementando el realce de la figura hasta llegar a tallar la cabeza en alto relieve o en medio bulto, puesto que, en realidad, lo que de verdad importaba y lo único que se debía resaltar suficientemente eran las cabezas.

Con estos trabajos, Besalel y Oliab se limitaron a reproducir las tallas existentes en algunos sarcófagos y armarios egipcios, donde se puede apreciar labrado en la superficie, el realce o relieve de unos genios o diosas que, con las alas extendidas, aparentan cubrir y dar su protección al contenido de su interior. Esto es todo lo que hicieron; no colocaron dos esculturas o figuras de ángeles o de genios en los extremos del propiciatorio. Lo que aquellos artistas egipcios llevaban haciendo durante siglos, era "hacer surgir" de las tapas y laterales de armarios y urnas, las figuras de unos genios protectores.

Como puede apreciar el lector, el asunto tampoco era tan complicado. Sin embargo, como he dicho, aquella gigantesca ignorancia sacerdotal, junto con unas desastrosas traducciones, ladrillo a ladrillo y siglo tras siglo, había construido un resistente muro que ocultaba la visión de la sencilla verdad.


¿CÓMO SE PRODUCÍA EL “MILAGROSO” SURGIR DE LA VOZ DE YAVÉ?; ¿ACASO SE ENCONTRABA YAVÉ DENTRO DEL ARCA? (18*8)


Ahora, en estos tiempos en los que conocemos la radio, la telefonía sin hilos, la televisión, incluso la holografía, podemos comprender con toda claridad que Yavé no se encontraba en el interior del Arca. Pero entonces, y para aquellas gentes, si la voz salía del Arca, era porque en su interior se encontraba Yavé, o al menos, el espíritu de Yavé. Todos, o casi todos los lectores recordarán cuando, siendo niños, buscaban a los enanitos dentro de la radio o del televisor. Algunos, siguen buscando y encontrando “malditos enanos”.

Yavé ha mandado construir un arca, y sobre el arca debe colocarse una gruesa tapa. Si tallados o cincelados en esa tapano encima de esa tapa–, hay dos querubines; si los querubines tienen boca, y si en el espacio entre ellos es donde Moisés o el sumo sacerdote Arón podrán oír su voz, sencillamente, es porque Yavé tiene la intención de utilizar todo ese conjunto para que su voz –la voz de su espíritu, la voz de su ángel–, sea escuchada por los hombres.

En contra de lo que en muchas ocasiones, de una manera interesada y absurda, se ha pretendido que creamos, Yavé no busca el misterio ni el hermetismo, y mucho menos, la confusión de los hombres. El hombre no entendió porque tenía otras preocupaciones más urgentes, –por ejemplo, buscar el condumio diario, que no es un capricho ni mucho menos–, o porque, igual que ocurre ahora, “pasaba mucho”; pero no porque le fuese imposible de comprender. También pudo ocurrir que nuestros padres fueran convencidos de que no debían pensar, y para ello, incluso les atemorizasen con un castigo inmediato a base de pedrada o de hoguera, y naturalmente, a más largo plazo, con una condena en infiernos llenos de torturadores; y por supuesto, en la totalidad de los casos, con una delicada y velada amenaza haciéndoles ver que era más adecuado y conveniente, que otros hombres que se auto calificaban como más doctos y mejor preparados, pensasen por ellos. Como ya sabrán todos los lectores, esas afirmaciones realizadas por los “sagaces” sacerdotes que hacen referencia a la imposibilidad humana de comprender a Dios, y que con los años dieron origen a los socorridos misterios, no son otra cosa sino el resultante de su propia ignorancia y la consecuencia lógica de unas erróneas e interesadas interpretaciones. Los doctos sacerdotes levitas siguieron un camino imposible; un escabroso sendero que les conducía derechitos a un lugar que se llama Ningunaparte; y, como no podía ser de otra manera, se equivocaron estrepitosamente. Y, entonces, en lugar de admitir humilde y sinceramente su error, reaccionaron forzados por la soberbia y, por supuesto, por el deseo y la necesidad de mantener el poder y llenar la olla. Desde aquel momento, y sirviéndose de la amenaza, afirmaron que todo "aquello" era imposible de entender por la sencilla razón de que Dios no deseaba ser entendido.

Pero eso no es así. Y no es así, por la también sencilla razón de que Yavé lo explicó con toda claridad. Por supuesto, que él sabía que durante muchos años el hombre preferirá la magia, lo sobrenatural y el misterio; cualquier cosa, antes que una interpretación racional. Pero al mismo tiempo, también sabía que todo tiene su ciclo y que esas épocas de magia y de ocultismo llegarían a su término; naturalmente, con el permiso de Merlines brujos, de Casandras pitonisas, de Nostradamus videntes y, por supuesto, de Torquemadas inquisidores-sacerdotes. ¡Dios los tenga en su gloria!


LA MISIÓN DEL PROPICIATORIO (18*9)


El propiciatorio tenía una misión doble; y cada una de sus dos funciones, además de complementarse, resultaba de una extraordinaria importancia.

La primera y más evidente finalidad era cubrir y cerrar casi herméticamente el arca, sellando e imposibilitando su apertura para que en su interior, et per in secula seculorum, quedasen encerrados y protegidos el Testimonio de Piedra y unos objetos que permitirían la audición de la voz de Yavé.

La segunda utilidad del Propiciatorio, “la propiciaban” −conste esta voluntaria e rebuscada redundancia−, los relieves tallados que representaban a los dos querubines. Si la voz de Yavé se escuchaba entre los querubines, es lógico suponer que no procedería de las orejas, de los ojos o de la nariz, sino que provenía de la boca de estos “genios”. No es muy difícil comprender, que a través de esas bocas, que apenas resultaban visibles por la posición de los rostros, pues según consta, miraban al propiciatorio ––con el rostro vuelto (inclinado) hacia en propiciatorio––, se establecía comunicación con el interior del arca. Estas horadadas bocas de los querubines, son las que impiden que la tapa cierre y aísle total y herméticamente el interior del arca, y como consecuencia, facilita y “propicia” una necesaria e imprescindible conexión interior-exterior.

Por supuesto, no hablaba ningún ángel-querubín; pero de allí, de aquellas bocas salía la voz de ese otro “ángel” anunciado y prometido por Yavé en Éx. 23, 20-23; 32,34 y 33, 2. De aquel “ángel” de quien dice Yavé: “...escucha su voz”.

Desde el interior del arca cubierta por ese propiciatorio, que a su vez estaba oculto por un velo que le protegía contra el polvo, se escuchaba la voz de Yavé. A través de las bocas de aquellos relieves labrados a cincel que se conocen como ángeles-querubines, desde allí, hablaba el ángel que lleva el nombre de Yavé.

Nota: Existe en los textos del judaísmo, y sobre todo en el misterioso Libro de Henoch, unas interesantísimas referencias a METATRÓN, un arcángel que comparte el nombre con YHVH, y que es su mediador con los hombres.

Repito: Puesto que en numerosos versículos se hace constar que Yavé hablaba entre los querubines, es una lógica deducción entender que ese era el lugar de óptima audición. Y es posible, sólo afirmo que es posible, que sirviéndose de las paredes metálicas del interior del arca que actuaban como caja de resonancia, la voz de Yavé brotase de las bocas de los querubines.

Así es como Moisés escuchaba la voz de Yavé, desde en medio de los dos querubines.


RESUMEN DEL CAPÍTULO XVIII

Que el propiciatorio era la tapa del arca y que tenía una doble misión:

a) Colocado y soldado sobre la moldura, sellar el arca.

b) Hacer surgir la voz de Yavé a través de las bocas de los querubines.

Que los querubines habían sido tallados en relieve en la parte superior de esa tapa, y que por lo tanto, “formaban un solo cuerpo con el propiciatorio”.

Que ni Moisés, ni los artesanos Besalel y Oliab, incumplieron el pacto de la Alianza cuando tallaron las imágenes de los querubines. Y, por supuesto, que Yavé no se contradijo al dar la orden para su construcción, puesto que sólo había prohibido la creación de imágenes destinadas a ser adoradas.

Y después de haber estudiado el Tabernáculo y el Arca, ahora, con el Propiciatorio, hemos conocido un poco mejor otro de los utensilios que se construyen por mandato-mandamiento de Yavé. Veamos a continuación otro mueble-artilugio. Un utensilio que nos ha llegado absurdamente disfrazado de MESA PARA LOS PANES.

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